Revenge (2018) online

Si hay un subgénero cinematográfico al que conviene acercarse con pinzas y con todos los sentidos críticos alerta ese es, sin duda, el de la rape and revenge, cuyo nombre enarbola las dos condiciones sine qua non de las que debe hacer gala: violación y venganza. A pesar de que títulos como El manantial de la doncella (Bergman) o Irreversible (Noé) presentan algunas de estas características en su arco narrativo, las señas de identidad de este nicho quedaron definidas sobre todo con I Spit on Your Grave (también conocida como La violencia del sexo), donde todo el relato se reduce prácticamente a esas dos acciones: una mujer joven se instala en un lugar remoto y es violada repetidas veces, siendo dejada prácticamente por muerta. Tras regenerar su maltrecho cuerpo, se venga liquidando uno por uno de sus agresores, como si este fuera ya su único objetivo vital.

Revenge - Cartel
A pesar de que tanto el calvario como el castigo final colocan (en teoría) la empatía del espectador en el lado de la protagonista femenina, la realidad de las escenas de abuso, largas y detalladas, y el mero hecho de hacer de la agresión sexual el reclamo principal de la cinta sugieren un turbio juego al servicio de una mirada cosificadora. Existen excepciones a esto, caso de Ángel de venganza de Abel Ferrara, más centrada en los efectos que rodean a esa agresión brutal, pero ha sido en tiempos recientes cuando han empezado a proliferar títulos que, pese a enmarcarse claramente en los confines del rape and revenge, discuten algunos de sus planteamientos más explotativos: el remake de 2010 la misma I Spit on Your Grave desplazaba la exhibición del cuerpo de la protagonista para poner el foco en su virulenta toma de control de la situación; camino que han seguido distintos títulos (Girls Against Boys, American Mary, etc,) y que, en cierto modo, cristaliza en Revenge, donde la directora francesa Coralie Fargeat elimina del título la primera parte de la ecuación para enunciar solamente su desembocadura.

El filme nos presenta a su protagonista, Jen (Mattilda Lutz), aparentemente conforme con ser deseada por los ojos de los hombres: su amante dispone de ella como si fuera una de sus muchas posesiones de lujo, como la casa en pleno desierto donde la lleva a pasar el fin de semana, exhibiéndola ante sus amigos. Cuando uno de ellos tergiversa la cercanía que Jen le ha demostrado anteriormente y la fuerza violentamente, el resto de hombres presentes en la casa, lejos de condenar la monstruosa agresión, hacen piña contra la mujer y la quitan de en medio empujándola por un barranco. Pese a haber quedado empalada en un árbol reseco (y de no muy sutiles connotaciones fálicas), el cuerpo de la protagonista revive, quizá poseído por una ira sobrenatural, y emprende el salvaje proceso de transformación que la lleva de presa a cazadora.

Como vemos, el argumento de Revenge es prácticamente calcado al de, por ejemplo, I Spit on Your Grave. Pero la dramaturgia y la puesta en escena crea un abismo entre este filme y otros exponentes del rape and revenge. Por un lado, la violación en sí queda en fuera de campo, y durante la misma Fargeat nos muestra la silenciosa complicidad de aquel que, ante la situación, prefiere no hacer nada y sube con indiferencia el volumen del televisor para silenciar los gritos de la mujer. Por el otro, las imágenes de la película no parecen pertenecer a la suciedad de lo exploitation, sino a un mundo hiperestilizado, casi publicitario en su realización de una fantasía erótica masculina (véase el baile nocturno de Jen junto a la piscina), para luego fulminar esas connotaciones en el momento en que el cuerpo del personaje central queda cubierto de polvo y arena y son los hombres quienes quedan expuestos y vulnerables, heridos y mutilados de diversas maneras: en el clímax del filme, Jen acaba enfrentándose a un antagonista completamente desnudo y cubierto de sangre de la cabeza a los pies, perfecto negativo de esas imágenes que el rape and revenge ha convertido en icono.

El último factor que distingue a Revenge de su tipología de género es ajeno a sus intenciones, pero no por ello menos significativo: la presentación del filme tuvo lugar en el festival de Toronto de 2017, apenas unas semanas antes de que emergieran las acusaciones contra Harvey Weinstein que activaron el movimiento #MeToo, poniendo Hollywood en pie de guerra. Este hecho ha marcado de manera indeleble el recorrido de la película, haciendo de ella un anuncio, o un primer síntoma emblemático, del posicionamiento de las mujeres de la industria del cine que han colocado el abuso sistemático de los hombres en su punto de mira.